Hoy en día, algo que escucho de forma recurrente tanto en conversaciones casuales como en las sesiones de trabajo con coachees tanto a nivel grupal como individual es la inquietud acerca de encontrar ese traje único que nos diferencia de otr@s y al que llamamos Autenticidad. Sin embargo, ¿Será que estamos list@s para encontrarla y vestir ese traje día a día?
Antes de avanzar en la escritura de este artículo, me senté a reflexionar acerca de lo que para mí es la autenticidad y si siento o no miedo de ejercerla.
Lo que me encuentro es que para mí la autenticidad es como un traje que te ubica en la realidad de tal forma que quienes te rodean pueden, a través de éste y de su coherencia, conectar contigo con un lenguaje o código establecido, el cual dependerá de sus experiencias y construcciones personales o sociales.
Teniendo este punto de partida, voy a abordar tres (3) reflexiones que nos ayudan a comprender si estamos o no listos para usar el traje «soy auténtic@».
Primera: La autenticidad implica seleccionar un traje que logre identificarme con mis múltiples intereses, características y propósito de una forma consistente y coherente independientemente del contexto. Esto implica dejar de lado la práctica de tener tantos trajes como contextos sociales y asumir que yo soy una persona única y no muchas versiones de mí misma. ¿Estas dispuest@ a utilizar un único traje que evidencie realmente quién eres, tus intereses, características, propósito, etc. en vez de cambiar de abrigo de acuerdo al entorno o personas con las que estés?
Segunda: La autenticidad se da en la interacción con los otros y no solo en un diálogo personal. Es decir, no es que hoy llego y digo «es que así soy yo» y entonces ya todo el sistema que me rodea me tiene que abrazar y aceptar de inmediato y nada ocurrió. Ese primer grito «fashionista», siguiendo la metáfora del traje, me va a poner a prueba en mi entorno y se va a chocar con esa construcción que tienen los otr@s de mí, trayendo como resultado que puedan haber algunas (o muchas) bajas a nivel de relaciones, trabajos, etc. ¿Estas list@ para generar esa disrupción en la forma en que te has mostrado al mundo y en el cómo te reconocen y dan un lugar? ¿Estas list@ para tal vez ya no tener un espacio y tener/querer moverte de tu realidad actual (relaciones, trabajo, ciudad, etc.)?
Tercera: Plantar esa semilla renovada de quién soy requiere claridad y fortaleza para establecer límites amorosos tanto propios como hacia los demás. Esos límites implican trazar esos decretos acerca de quiénes somos y qué queremos para desde allí poder detener o activar la realidad. ¿Cuentas con músculo y pericia para poder establecer esos límites firmes y amorosos con otras personas e incluso contigo mism@?
En conclusión, vivir una vida desde la autenticidad requiere que conectemos primero con quienes somos, con lo que realmente nos mueve y queremos para nuestra vida. Paso seguido, tener la convicción que ese traje que estamos usando es el propio y no el que otros quieren que use y por último asumir con amorosa valentía su uso, sabiendo que como consecuencia la realidad como la conocemos se va a transformar. Sabiendo lo anterior te pregunto: ¿Estas dispuest@ a descolgar los múltiples trajes y unificarlos en uno solo que sea tan cómodo que lo sientas como tu propia piel así a los demás no les guste o no cumpla sus expectativas? ¿Estas dispuest@ a mostrarte al mundo desde ese lugar propio y no desde donde otr@s esperan que te ubiques?
Yo aquí sigo en la tarea y como consecuencia he perdido muchas relaciones pero también he recuperado otras, entre ellas, la relación con la persona más importante de este mundo para mí: Yo.
Un abrazo,
Caro Góngora